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Mostrando entradas de febrero, 2014

C. Peri Rossi: Playstation

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Cristina Peri Rossi: Playstation . Visor Libros. XXI Premio Fundación Loewe. La poesía es una relación clandestina, un cuarto secretamente visitado. [Inciso: Si leo poesía no soy capaz de escribir prosa (ni verso)]. Abro, por fin, tres volúmenes esperados durante meses: Habitaciones privadas (Menos cuarto), Poesía Reunida (Lumen) y Playstation . Tres libreros en tres ciudades distintas me ayudaron. Libreros: doctores que prescriben lecturas a cambio de poco dinero. Sorna. Ironía. Humor. Lucidez. Peri Rossi escribe sin miedos ni tapujos (qué otro modo hay de escribir: no sé). Sus palabras: empuje sensual y vigoroso,  cópula alegre,  aluvión de oxitocina. Oxitocina: molécula afrodisíaca o del amor; relacionada con los patrones sexuales, actúa como neurotransmisor en el cerebro. Fuente: Wikipedia. Ella dice escribir para que la gente la quiera. Mi caso debe ser pedestre: me hago adicta a sus fisuras, no logro leerla sin amarla: «Podría escribir los versos más tris

M. Van Zonneveld: No

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Mieke Van Zonneveld: No .  Traducción propia con el permiso de la autora. No , elegido mejor poema del año escrito en lengua neerlandesa  en el Turing Gedichten Wedstrijd 2013 . Al certamen se presentaron casi diez mil obras . Va por su 5.ª edición.  Van Zonneveld (1989)  es la primera mujer que logra el premio.  Un texto hecho de esquirlas y asperezas que rascan sin clemencia.   El poema original se puede leer aquí .      No A veces era una vacilación. Un niño en la playa que iba lavando con su cubo. Yo decía no estoy sucio pero gracias igualmente. Y él: sí te has manchado, hay arena por todas partes. Al despertar me sentía miserable. En mis trayectos jamás una señal pero en mis sueños se tornan multitudes. Cuando era joven no me preocupaba, seguía la tentación y ella no ha vuelto a traerme a casa. No hay en el mundo paz alguna, ningún padre que espere mi regreso, no hay en el mundo paz alguna. Surgió algo en mí que nadie conseguía do

H. Abad Faciolince: El olvido que seremos

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Héctor Abad Faciolince: El olvido que seremos . Seix Barral. Colección Booket. Llegué a Santiago de Cali cuando Colombia aún era «el país más violento del mundo». El cártel de la ciudad se hallaba recién decapitado. Era mi primer viaje a América. No iba a hacer turismo. A mi alrededor: belleza, salsa, habla dulce, vida exuberante. Dentro de mí: los terrores y sombras de siempre. Fueron seis semanas felices. Ocupaba la presidencia Ernesto Samper. En 1987, Héctor Abad Gómez, profesor universitario jubilado y activo defensor de los derechos humanos, fue asesinado en Medellín. Una muerte más dentro del huracán imparable de crímenes que sacudía el país por todos los costados, y en el que estaban implicados gobierno, ejército, paramilitares, guerrilleros y matones al paso. No era la primera desgracia en la familia Abad. Tiempo atrás había fallecido de cáncer de piel una de las cinco hermanas del autor, Marta. Tenía dieciséis años. A partir de entonces, «la vida no es otra cosa