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Mostrando entradas de abril, 2014

A. Kristof: Ayer

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Agota Kristof: Ayer . Edhasa. Traducción de Manuel Pereira. «Era el camino de los que han dejado su casa, su país. A ambos lados se extendían inmensos campos cenagosos». Hoy engullo  Ayer  con la certeza de no haber dado nunca con literatura como la de Kristof. Aunque cómo saber si esto no es mentira. Leo, releo, respiro acompasada . I ncisiones invisibles van cortando piernas, uñas, brazos. S eñales sin evidencia. Marcas carentes de forma. Mi ejemplar de Ayer  es una primera edición de 1998. La portada, el dibujo  infantiloide  de  una maleta . Cargada  poco después, en tren dirección Ámsterdam, desde Hendaya , guardada en un dormitorio de literas compartidas. Tobías muere  en un país extranjero. De día taladra piezas en una fábrica de relojes. Prisión o fábrica, da lo mismo: «todo el horror de la vida me estalla en la cara». De noche, escribe.  «Es convirtiéndose en un don nadie como se puede ser escritor». En medio de ese vacío, se reenc

F. Aramburu: Ávidas pretensiones

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Fernando Aramburu:  Ávidas pretensiones. Seix Barral. Premio Biblioteca Breve 2014.   Salto a  Ávidas pretensiones  desde  La gran Marivián , esa mezcla de Marilyn Monroe y Edith Piaf  cuyo perfume también me tuvo trastornada. Cual pececillo pues, repito chapuzón en las Piscinas Aramburu . Lo que escribe este hombre me interesa: crecimos en ciudades próximas, habitamos países vecinos, tiene la nariz clavada a la de un tío mío. Fin de semana de primavera rural junto a la urbe. Una treintena de poetas   canta a coro en un convento. Orfeón armonizado, letras mordaces, partitura generosa en hilarantes estridencias. Palabras nuevas en picante chisporroteo lingüístico: lazarear, analgarse, jajajear, marihuanil. Dominio técnico y habilísimo manejo de los tiempos. La elevación literario-espiritual de la «poetada» queda en agua de borrajas . Lo amoril , por mucha poesía que lo cubra, es ante todo pulsión genital, ansia libidinosa, furores del animalito que llevamos dent

P. Fitzgerald: La flor azul

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Penelope Fitzgerald: La flor azul . Impedimenta. Traducción de Fernando Borrajo. Postfacio de Terence Dooley. Es mi primera obra de Fitzgerald, otra autora tardía: (comenzó a publicar a los cincuenta y ocho años). La vida doméstica — acaso — dilata los tiempos y  entorpece  el devenir de la escritura. Trabajar en compañía de interrupciones ajenas es un infierno del que poco se extrae. A lo más, frustración e impaciencia. Fitzgerald levanta en La flor azul  una biografía inusual, en la que el  protagonismo d el poeta romántico Novalis,  personaje central, se funde con el de los caracteres que lo rodean. Prosa ágil y directa, z igzags narrativos y un aparente barullo argumental sustentan el relato. « Cada capítulo encarna una emoción, un pequeño drama humano irrepetible», en un conjunto sabiamente compuesto. Detalles cotidianos rocían el libro, así como vocablos alemanes no traducidos. Palabras cuyo significado he buscado y ahora sé: Gutshof, Rausch, Zwieba

L. Tolstói: Contra aquellos que nos gobiernan

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Lev Tolstói: Contra aquellos que nos gobiernan. Errata naturae. Traducción de Aníbal Peña. La superlativa obra de Tolstói está marcada por sus evoluciones vitales. No es fácil advertir que el autor de La felicidad conyugal es el mismo de El diablo o La sonata a Kreutzer . Del mismo modo, no es fácil concebir a un noble ruso convertido en un asceta. Estamos en 1900. Tolstói tiene 72 años y vive en su Yásnaia Poliana natal, adonde ha regresado azotado por severas crisis de conciencia que lo conducen a vivir de acuerdo a sus principios conquistados: el vegetarianismo y la vida en la naturaleza, la renuncia al lujo, el trabajo en comunidad, el anarquismo político y espiritual y la no violencia. En este entorno rural trabaja como zapatero y funda una escuela para los hijos del campesinado donde, entre otras cosas, es profesor —al aire libre— de gimnasia. Contra aquellos que nos gobiernan es un alegato, en el marco de la producción fabril e industrial, contra